domingo, 27 de junio de 2010


Lo que no se muestra de Sudáfrica





Si algo tiene de característico el Mundial de Fútbol, es que en la mayor parte de la sociedad causa una abstracción. Abstracción de la política, abstracción de la economía, abstracción social. Pero en medio de esa nube mundial en la cual muchos vuelan, muchas cosas quedan de lado y pocos contextualizan la situación de Sudáfrica hoy, fuera del fútbol.

Los medios dan la imagen de un país africano civilizado, en el cual todos sus integrantes festejan el mundial al ritmo de las vuvuzuelas. Muestran a gente recorriendo los distintos zafaris para acecarse lo máximo posible a la vida silvestre y la alegría de un reencuentro étnico que el fútbol provoca. Pero esto se aleja mucho de lo real. La realidad es que el 50 por ciento de la población sudafricana se encuentra bajo la línea de pobreza, lo que lo convierte en una de las naciones con mayor problemas de desnutrición. Además, la mayoría de las casas no cuentan con agua potable y esto afecta a las expectativas de vida en la sociedad.


Panorama Sudáfricano



Pero el principal problema con el que debe lidiar este país proviene por el lado de la salud. El 10 por ciento de la población sudafricana está infectada de SIDA y a raíz de esta enfermedad hay muchas muertes jóvenes. Por otro lado, es el segundo páis del mundo en ranking de asaltos, como describe un informe presentado por la ONU. En este se destaca que cada cien mil habitantes, 74 son asesinados en hechos delictivos.

Cabe destacar también algunas características de la situación social actual. Si bien el Apartheid terminó en 1994, resultado de la revolución encabezada por Nelson Mandela entre otros, las desigualdades sociales y étnicas continúan. El ANC (Africa National Congress) gobierna desde ese año y muchas de sus medidas favorecen a la población negra, por considerarlos los más desposeídos. El 80 por ciento de los empleados de cualquier empresa u organismo debe ser obligatoriamente de tez morena y los blancos tienen un cupo restringido para entrar a las universidades.

El país africano es gobernado hoy por Jacob Zuma, un hombre polémico que durante su campaña electoral utilizó una canción en la que aludía a eliminar a los hombres blancos sudafricanos. Además, tiene varias acusaciones por corrupción y violación y es resistido por una gran parte de la sociedad.Otro de los problemas que el mundial oculta, son los grandes monopolios que existen en Sudáfrica. La empresa Telkom maneja las telecomunicaciones, internet y los télefonos a un precio alto e inaccesible para la mayoría de la población. A su vez, la empresa Eskom controla el 95 por ciento de la energía. Por lo cual el manejo de los precios y a que personas le prestaran los servicios queda a mano de pocos individuos.

Mientras el Mundial se acerca cada vez más a su ocaso, cuando las cámaras se vayan de Sudáfrica el país volverá a sumergirse en su díficil situación y se podrá saber si el fútbol cambió algo o no en la nación.


Realidad Social sudafricana


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viernes, 11 de junio de 2010


Leer entre líneas


La falta de comprensión total del problema o el soslayamiento de aristas fundamentales, lo que deriva en una errónea interpretación de los hechos, no es un “privilegio” solamente de los ignorantes o menos conocedores del Medio Oriente. Incluso hay especialistas de gran renombre que pecan de ello.


Suceda deliberadamente, esto en caso de que se repita un discurso imperialista de forma inconsciente, o bien por error, un fragmento de la opinión escrita por el sociólogo francés Alain Touraine (“El neoliberalismo está llevando a la Unión Europea al fracaso”) y publicada el lunes pasado en Clarín confirma la premisa anterior.


El autor, que critica el escaso protagonismo de la UE en la toma de decisiones a nivel mundial, sostiene: “Muchos piensan también, como yo, que la teocracia iraní y su azarosa política pueden ser derrocadas por una oposición interna que se vería reforzada si los occidentales se mostraran dispuestos a apoyarla. Una coalición europea, turca e iraní en ese país, una vez que la oposición interna hubiese conseguido su objetivo, podría poner fin al enfrentamiento actual entre el mundo islámico y Occidente”.

Y, respecto a esa cuestión concluye: “Cabe pensar que el éxito de esta nueva política permitiría el reconocimiento mutuo entre un Estado palestino y el Estado de Israel, sin el cual el retorno de la paz no es posible”.

Primero: que el derrocamiento del gobierno de Mahmud Ahmadineyad signifique el vuelo de la paloma blanca llevando en su pico el olivo, es algo erróneo. El violento rechazo popular a imposiciones externas sería una consecuencia inmediata y peligrosa. El reconocimiento de Irán al Estado de Israel solo es una parte del todo, no garante del fin del problema.

Segundo: la existencia pacífica entre palestinos e israelíes resultará imposible, como señaló el analista de política internacional Pedro Brieger en su último libro (ver posts anteriores), “mientras continúe la ocupación de Cisjordania y la Franja de Gaza ”. Esto no se menciona para nada.

Tercero: Un posible fin del conflicto le demandaría a Netanyahu la decisión de destruir el muro del Apartheid, de acabar con la construcción de colonias, de finalizar con el bloqueo a la Franja de Gaza (lo que implicaría detener los asesinatos a tripulantes de barcos con ayuda humanitaria) y de permitir el retorno a los refugiados, entre muchas otras medidas.




Las palabras de Touraine son sumamente esclarecedoras de la posición que defiende: un intervencionismo feroz que, desde el Mandato sobre Palestina pasando por la intromisión de la ONU que decidió unilateralmente la partición de ese territorio hasta las actuaciones armadas estadounidenses en la región, solo han dificultado la situación y contribuido a la creciente inestabilidad. Ésta, generada por la colonización que le siguió al fin del Imperio Otomano, se ha visto impulsada por el interés principal de Estados Unidos, que es la conformación de un mapa favorable a sus necesidades energéticas. No solo lo vemos en el apoyo a las funcionales monarquías de Arabia Saudita sino también en las invasiones a Afganistán por el gas y a Irak por el petróleo.


La fachada de todo ello (además de la hipócritas pacificación y aniquilación del terrorismo) es exportar el modelo democrático liberal, objetivo que apunta no a la soberanía popular y a la representación ciudadana sino a la expansión del modelo capitalista. Igualmente, esta cuestión merece un apartado y será tratada en próximas entradas.




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lunes, 7 de junio de 2010


NO SE INVESTIGUE A NADIE



La ONU le propuso a Israel investigar el incidente que dejó 9 muertos y gran cantidad de heridos cuando el barco turco intentó llegar a Franja de Gaza. Pero el premier israelí, Benjamin Netanyahu, rechazó la propuesta.

La intención de Ban Ki Moon, el secretario general de las naciones unidas, era que un comité encabezado por el ex primer ministro neocelandés Geoffrey Palmer realice una investigación con el fin de esclarecer y detallar el asalto militar del pasado 31 de mayo al barco "Mavi Mármara". La obtención de información de la ONU pretendía incluir expertos estadounidenses y representantes turcos e israelíes para, de esa forma, poder preservar la mayor objetividad y transparencia posible.

No y punto. La intención Israelí de no permitir la intromisión de otros actores al escenario de la tragedia fue, por lo menos, clarísima. “Le he dicho al secretario general de la ONU que la investigación de los hechos debe ser conducida de forma responsable y objetiva”, declaró. Y concluyó: “Tenemos que tratar este tema con cuidado, a la vez que protegemos los intereses nacionales de Israel”. Antes de tomar la decisión, había consultado con el ministro de Defensa, Ehud Barak, y el ministro de Exteriores, Avigdor Lieberman, que defienden que “ningún extranjero debe interrogar a soldados israelíes”.

También, el premier Netanyahu se comunicó luego con el vicepresidente de los Estados Unidos, Joe Biden; el presidente francés, Nicolas Sarkozy, y el enviado del Cuarteto para Oriente Medio, Tony Blair, para explicar la postura de Israel sobre el bloqueo a Gaza. Esos argumentos fueron que sus soldados se vieron obligados a abrir fuego para salvar sus vidas de la "extremadamente violenta" reacción de los activistas que se encontraban en los barcos. El resultado de la implementación de las armas fue 9 nueve muertos y decenas de heridos.

Además del expreso pedido de la ONU, diez oficiales retirados de la Armada israelí dieron a conocer una carta donde le exigen a Netanyahu la designación de una comisión independiente que investigar el asalto a la flotilla de la libertad y deje de responsabilizar a los activistas. En esencia, lo mismo que reclamó la ONU.



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